lunes, 5 de octubre de 2009

Cap. 15. El cántico de Moises y del Cordero. 7 Copas

Los siete Ángeles de las siete plagas

15 1 Después vi en el cielo otro signo grande y admirable: siete Ángeles que llevaban las siete últimas plagas, con las cuales debía consumarse la ira de Dios. 2 También vi como un mar de cristal, mezclado de fuego. Los que habían vencido a la Bestia, a su imagen y la cifra de su nombre, estaban de pie sobre el mar, teniendo en sus manos grandes arpas, 3 y cantaban el canto de Moisés, el servidor de Dios, y el canto del Cordero, diciendo:
"¡Grandes y admirables son tus obras,
Señor, Dios todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los pueblos!
¿Quién dejará de temerte, Señor,
quién no alabará tu Nombre?
4 Sólo tú eres santo,
y todas las naciones vendrán a adorarte,
porque se ha manifestado la justicia de tus actos".
5 Después de esto, vi abrirse en el cielo el Templo, el tabernáculo del Testimonio. 6 De él salieron los siete Ángeles que tenían las siete plagas, y estaban vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos con cinturones de oro. 7 Entonces, uno de los cuatro Seres Vivientes entregó a los siete Ángeles siete copas colmadas de la ira del Dios que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el Templo se llenó del humo que procede de la gloria de Dios y de su poder, de manera que nadie pudo entrar al Templo hasta que cesaron las siete plagas de los siete Ángeles.
Las seis primeras copas

16 1 Y oí una voz potente que provenía del Templo y ordenaba a los siete Ángeles: "Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios".
2 El primer Ángel fue y derramó su copa sobre la tierra, provocando una llaga maligna y dolorosa en todos los hombres que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen.
3 El segundo derramó su copa sobre el mar: este se convirtió en sangre, como si se hubiera cometido un crimen, y perecieron todos los seres vivientes que había en el mar.
4 El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales, y estos se convirtieron en sangre. 5 Y oí al Ángel de las aguas que decía: "Tú, el que es y el que era, el Santo, obras con justicia al castigarlos así: 6 se merecían que les dieras de beber la misma sangre de los santos y de los profetas que ellos han derramado". 7 Y escuché al altar, que decía: "Sí, Señor, Dios todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos".
8 El cuarto Ángel derramó su copa sobre el sol, y se le permitió quemar a los hombres con fuego: 9 los hombres fueron abrasados por un calor ardiente, pero en lugar de arrepentirse y dar gloria a Dios, blasfemaron contra su Nombre, que tiene poder sobre estas plagas.
10 El quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia, y su reino quedó sumergido en tinieblas. Los hombres se mordían la lengua de dolor, 11 pero en lugar de arrepentirse de sus obras, blasfemaron contra el Dios del cielo, a causa de sus dolores y de sus llagas.
12 El sexto derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y sus aguas se secaron, dejando paso libre a los reyes de Oriente.
Los espíritus impuros
13 Después vi que salían de la boca del Dragón, de la Bestia y del falso profeta tres espíritus impuros, semejantes a ranas. 14 Son los espíritus demoníacos que realizan prodigios y van a buscar a los reyes del mundo entero, con el fin de convocarlos para el combate del gran Día de Dios, el Todopoderoso. 15 ¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Feliz el que vigila y conserva su ropa para no tener que andar desnudo, mostrando su vergüenza. 16 Y esos espíritus reunirán a los reyes en un lugar, que en hebreo se llama Armagedón.
La séptima copa

17 El séptimo Ángel derramó su copa en el aire, y desde el Templo resonó una voz potente que venía del trono y decía: "Ya está". 18 Y hubo relámpagos, voces, truenos y un violento terremoto como nunca había sucedido desde que los hombres viven sobre la tierra. 19 La gran Ciudad se partió en tres y las ciudades paganas se derrumbaron. Dios se acordó de la gran Babilonia y le dio de beber la copa donde fermenta el vino de su ira. 20 Todas las islas desaparecieron y no se vieron más las montañas. 21 Cayeron del cielo sobre los hombres piedras de granizo que pesaban unos cuarenta kilos, y ellos blasfemaron contra Dios por esa terrible plaga.

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